Canela

Date
Category
Adoptado
Tags
adopción canina, perros adoptados, rescate canino
About This Project

Publicidad

Hola, soy Canela. Quiero contarles un poquito de mi proceso para convertirme en una dichosa perra adoptada.

 

Todo comenzó en la calle. Con miedo, sin idea acerca del mundo que sobreviven lomitos callejeros, busqué alimento y rincones para dormir. En ocasiones fui agredida por humanos. También tuve que enfrentar el rechazo y violencia por parte de peludos que, como yo, luchaban por llevarse un pedazo de comida a la panza.

 

En octubre de 2018, una mujer apareció en mi maltrecho camino. Al verme solita, herida por golpes y mordidas,  muriéndome de hambre, ella me subió a su auto sin pensarlo dos veces. Pidió apoyo de Dogs for Love para buscar un lugar donde resguardarme y atenderme. No, no me recogió para abandonarme. Por el contrario, se ocupó de mí como patrocinadora de mis gastos. Fue mi madrina, mi ángel de la guarda. Estuvo al pendiente de mis necesidades.

Posh Dog

 

Me  llevaron al veterinario. Allí se enfocaron en lo vital: curarme para sanar. Además supe lo que era estar limpia cuando me bañaron. ¡Wow! Debo admitir que sentí raro mi cuerpo luego de que me vacunaron y esterilizaron, pero sabía que era por mi propio bien.

 

Mientras estuve en la veterinaria conocí a Chispa, una gran compañera y amiga perruna. Nos caímos de maravilla. Ambas habíamos sufrido el maltrato y rigor de la calle, por lo que nos enfocamos en superar juntas nuestros traumas.

 

Recuperada, con el ánimo de una sorpresa, permanecí en resguardo aproximadamente 4 meses.  Sí, fue un largo periodo de espera, sin embargo, obtuve recompensa. Bueno, obtuvimos. Resulta que Chispa y yo fuimos adoptadas al mismo tiempo por maravillosas familias.

 

¡Eso no es todo!

 

Cuando llegamos a nuestros respectivos hogares, nos dimos cuenta de algo que puso locas de contentas. ¡Éramos vecinas! Vivíamos en casas contiguas. Desde entonces nos frecuentamos seguido para jugar, chismear y, lo fundamental, para fortalecer una amistad que forjamos en aquella veterinaria.

 

Ahora, si me lo permiten, iré a comer.  Con su permiso.

 

 

¡Gracias Ruth por hacerme parte de tu hogar, tratarme con dignidad y llena de amor! 

 

¡Gracias Tania por ser mi ángel de la guarda para rehacer mi mi vida de callejera a perra adoptada! Nunca lo olvido.